Los chinos no saben de horas, pero sí de esquinas. No venden su cuerpo, pero sí rubias. Lo suyo son las cervezas furtivas, tímidas y retraídas con la luces blanquiazules de las sirenas municipales.
Los chinos no saben de horas, pero sí de esquinas. No venden su cuerpo, pero sí rubias. Lo suyo son las cervezas furtivas, tímidas y retraídas con la luces blanquiazules de las sirenas municipales.
Lo gordo es que, por lo menos los de mi barrio, se ponen de acuerdo entre ellos para cerrar todas la noches muy temprano, en cuanto calculan que la peña puede bajar a surtirse para el momento cervecero del día y del personal abuhardillado. Una putada, pues o compras más temprano o, los muy necesitados tienen que acudir a los esquineros y diñas por un bote imbebible un pavo como una casa. Qué bichos, no perdonan una ocasión.
Lo de no vender en la tienda es cosa de Espe+Gallardón. :(
Podría ser, pero no. Ellos tienen estudiado el mercado, y yo a ellos. Tienes razón en lo de la Espe y el otro, pero los chinos de mi barrio se saltan todos los tipos de normas, como son ellos, nada escandalosos, sin que se note. Cierran, todos de acuerdo, antes de tiempo… en cuanto entiende que la gente va a bajar a pillar litronas a 1.50 euros. Entonces se ponen en determinadas esquinas, desde la Gran Vía hasta la plaza del 2,la policia, pasa, y ellos hacen el agosto todos los meses del año. ¿Tabaco?, en sus tiendas, clandestinamente, lo sirven. Ya digo como comerciantes son unos fenómenos y tú sabes que yo con la hermética colonia china yo me codeo como una china más. Hasta tengo un novio, mi Yu, que me protege de todos los demás chinos, por si alguno se pasa de rosca.
Madrid no deja de fascinarme