Terminé yendo a la plaza, a pesar de mi galopante desencanto con los toros, por la visita de Jon, que no pasa todos los días. Todo está como siempre, decadente. El pobre timbalero tenía cara del crío del anuncio de los petit suisse: «A mi me daban dos».
Qué gran día, aún estoy asimilándolo. Gracias por todo, os habéis portado conmigo genial :)
Vuelve a vernos otro día, Jony.