El encuentro con este documento ha sido un caramelo ácido. Por un lado, te reconcilia con lo que crees, te devuelve cierta esperanza en el mundo editorial/mediático y en el camino que quieres llevar. Al mismo tiempo te das cuenta de que lo que pretenden que te apuntes a su curso, obvio. Pero también de que no sirve de nada guardar la información para uno, sino que la colaboración, el trabajo conjunto y los contactos compartidos son algunas de las claves en la creación de contenidos digitales «new age».
Una vez que te tragas todo esto, ¿cómo vas a pagar las facturas si sigues viviendo en España con su realidad editorial/mediático, complejos y corsés?