Llego al parking de Vázquez de Mella, que es el único párking poético del mundo. Pido la llave del baño, porque no pude ir en toda la noche. Al devolverla:
– ¿Pasas mucho por aquí?
– No demasiado.
– Te vi el otro día.
– Ya es que si vengo al barrio vengo a este parking.
– ¿Vienes de trabajar? Tienes los ojos rojos.
– Sí, pero sólo hoy. A ti te toca siempre. Feliz noche.
Mentí; más que trabajo, fue placer.