Lázaro, amigo cubano sin fronteras, conocido eventualmente en Costa Rica, me manda regalitos de su tierra.
Una taza inspirada en los cuadros que Sorolla dejó en la isla y una cajita de madera, con la bandera, de las que guarda el auténtico y genuino olor de aquel lugar.
Además, tuve la suerte de conocer a Juan Padrón, un personaje dedicado a crear otros personajes.