
Philip Tan, por Julián Rojas de EL PAÍS
El encuentro tendría que haber sido una última del diario. Por eso quedamos a desayunar la tostadita con su aceite y su tomate en el centro de Málaga. A medida que pasaba el tiempo dejó de encajar. Philip Tan habla despacio, con paciencia, con tranquilidad, pero con una gran dosis de pasión.