Me da igual. Ya no me importa. Me da lo mismo. Aprendida la lección, pasamos a la fase de identificación con cuestiones culinarias. Los sinsabores con sabor.
¿Sabéis qué? Que hasta el limón más agrio, hasta la acidez más extrema, puede terminar por ser dulce.
Y ya puestos… los lechuguinos como yo terminamos por salir a flote.
Amiguitos, vuelvo a sonreír.